Hoy crucé todas las calles con los semáforos en rojo, me fui caminando por una calle que no conocía, le hice cariño a un perro pulgoso, le sonreí a un potencial asesino, me paseé por delante de un vehículo en movimiento y le hice ojitos a un vagabundo. Lo más raro fue que llegué a la casa y estaba todo igual; los niños jugando, la Nina cocinando y el tío durmiendo. Nadie se enteró de mis hazañas extremas.
1 comment:
Te faltò morder a un extraño.
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