De repente una bocadana de aire fría en la cara y vuelves a la vida. De repente empacharse de caricias, de besos inertes, quedar borracha de tanta piel y tantos suspiros. A veces hace falta un balde de agua helada y nada más, para darse cuenta que nada es lo suficientemente fuerte, nada es lo suficientemente seguro, nada es demasiado tarde ni demasiado a tiempo y generalmente la vida consiste en mirar para el frente, guardar lo que importa, y deshechar lo que no sirve.
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