we are fated to pretend.

De qué me sirve que el príncipe azul de todas quiera salir conmigo y me mire con ojitos claros a contraluz, de qué me sirve que él estire su mano por detrás de mi cuello y quiera abrazarme, de qué me sirve que el hombre perfecto cruce conmigo esas palabras que a ti no se te ocurren ("ay, es que me confundo, es que me tupo!") y me dice que esto puede funcionar. Qué más puedo hacer yo que decirle que lo quiero (porque es cierto) que intentemos, que quizás funcione. Pero en el fondo estoy fingiendo. Porque intento sacarte del corazón a patadas y eso si que no resulta. No sirve de nada que mañana se me declare Edward Norton, en el fondo hay sólo uno que no voy a desechar. En el fondo es el único que quiero que esté conmigo ahora, no me sirve el príncipe azul por mucho que me guste y que lo quiera, no me sirve porque no me gustan las personas perfectas, me gustan con hartos porrazos y bien falladas! Ya no quiero ser una princesa, por lo menos no si eso significa renunciar a lo que siento por adaptarlo a lo que tengo. Estoy tan casada de nadar contra la corriente, el mundo no quiere que esté contigo y yo sigo pa’ adelante, insisto, me saco la chucha me caigo, quedó pa’ la cagá me duele, sufro. Soy piscis, ergo, esto va en mi naturaleza. Pero ya debería parar el webeo y dejarme de pendejerías. Yo creo que voy a aceptar al príncipe azul porque en el fondo es lo que esperé toda mi vida y nunca llegó, y ahora que llegó ya no lo quiero/necesito. Creo que la cosa más horrible del mundo es amar a un ser humano tan horriblemente insensible, tan infantil, tan inmaduro, tan imbécil. Lo peor del mundo es conocerlo de los pies a la cabeza, aceptar sus malditos defectos y seguir amándolo igual. Lo peor de todo es sufrir. Lo peor de todo es no querer tener lo que muchas mujeres morirían por tener en este momento.-