Hubo un tiempo en que no eran necesarias las palabras para hablar, las lágrimas para llorar, ni los besos para besar. Eran tiempos buenos. Las miradas eran más que ver a los ojos y cada abrazo era más que un gesto hueco. La gente siempre sonreía y no tenían la necesidad de hacer muecas con la boca. Hubo un tiempo en que la gente era feliz.-
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