Te escribí tres cartas hoy. No hice ninguna con intención de entregartela. La primera comenzó con un par de palabras al azar que hilaron un preámbulo perfecto para algunas cosas que tenía que decirte. La rompí después de firmar. La segunda fue más una reconstrucción de la primera, pero antes de firmar me di cuenta que tenía más cosas para vomitar y las agregué en una postdata de una página y media. La tercera fue una acoplación de la primera y la segunda, sin las partes cursis ni las partes que olvidé, con menos enfásis en el pasado y un poco más condimentado en el presente, centrándome finalmente en el futuro. Hubo un par de párrafos en participio, otros en un imperfecto pretérito y algunos con condiciones. Al final, tenía una carta rota, una mal constituida y una mezcla de las dos, un lápiz medio gastado, un cuaderno escuálido, varias lágrimas en los ojos y nada más adentro. Se supone que de algo sirvió, aunque yo sigo con las ganas de entregarte todo eso metido en una ziploc para que lo escondas debajo de tu cama junto con varias de las cosas que pasaron y el otro resto que no tuvo lugar de ocurrir; para que las tengas escondidas y cuando hagas limpieza de espacio y mente tengas que tirarlas también a la basura.-
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