Renegué de cualquier trozo de cordura restante cuando decidí devolver tus miradas. Dejé de pensar cada movimiento y me dediqué a entregarme suavemente a tus latidos breves, casi fugaces, entre un par de pestañeos conjuntos, no sé si tuyos o míos. Había olvidado lo que se sentía enloquecer sin motivos, dejar de razonar, perder la consciencia y el sentido por momentos, abrazar por placer, por amor, por puro amor y no por compromiso. Comencé a perderme en ti, y en la forma en que suspendías entre tus dedos cada respiro que te regalaba, por las risas fáciles y porque todo se hacía fácil, sonreír y caminar, despacio, todo muy lento, todo al ritmo correcto. Dejé que la locura derritiera las palabras en mi boca y entonces soy como el chocolate. ¿Cuántas veces lo soñé? ¿Cuántas veces lo esperé? Rompí todos los esquemas, y hoy te sales de mi margen. Pero es perfecto. Eso es exactamente lo que necesito. Un suspiro menos meloso, un abrazo menos pesado, un beso más ligero. Finalmente, siempre seremos dos.-
{Gracias!}
[hoy esto dejó de ser para él]
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