Saturday, October 2

Fuiste un cálido atardecer de septiembre.

Y ayer por fin hice algo bien. Después de ayer ya no puedo decir que me faltan cosas por decir (aunque sí por saber), porque ya lo he dicho todo, he logrado verbalizar lo que me viene doliendo hace rato, ya no necesito esconderme más. Ahora estoy convencida de que hubo mentiras, muchas mentiras, o quizás unas pocas pero tan convincentes y tan elaboradas que cuentan como cien mil engaños y puñaladas por la espalda. Alguna vez leí que en un país lejano no importa cuál es la magnitud de un delito, sino el daño causado, y según eso te van a juzgar. Bueno, así lo juzgo yo. Porque sí, ahora me siento en pleno derecho de juzgar a quien se me dé la gana, a diferencia de lo que siempre pensé correcto. Hoy se me antoja llamarlo imbécil, hueón de mierda, mentiroso y patético. Así lo pienso y nunca dejaré de pensarlo. Lógicamente eso no quita nada de lo lindo, pero vamos, igual lo opaca bastante. Quizás pensó que me estaba protegiendo. Já! Cuando lo pienso así de verdad me da tanta risa. Yo misma me siento más frágil de lo que parezco, pero no soy un canario que morirá por su mal amor, quizás voy a llorar, quizás voy a sufrir y a odiarlo un poco, pero después de todo eso ¿qué me queda? La vida, pues. Claro que mis ojos no brillarán por un tiempo. Claro que caminaré más lento por la calle. Claro que escucharé canciones tristes que me hagan sentir peor. Es el tiempo que todos necesitan después de algo así. ¿Por qué pensó que era mejor así? ¿Por qué las personas se escudan en las mentiras para evadir su propia realidad? "Hola, estoy confundido, quizás quiero volver con ella, nos vimos, nos besamos, pero ella no me interesa", "Hola, lo siento, volví con ella", "Hola, vuelvo con ella y te dejo de lado, te quiero", cualquier cosa habría bastado. A los dos días me habría dado cuenta que es el curso natural de las cosas y no dolería tanto. Lo que me duele son las mentiras. Lo que me duele es confundir el pasado entre verídico e inverosímil. No saber qué es verdad, no saber qué es mentira. Sentirme una tonta por haberme dejado llevar por sus palabras bonitas y haber reprimido mi "paranoia" (¿así lo llamaste, cariño?) sólo por confiar en lo que siempre creí que existió. Pero no, nadie tiene porqué corresponder la confianza que le entregan. Nadie me ha ofendido, son las expectativas las que me ilusionaron y al darme cuenta que no todos actúan como yo espero me he decepcionado. El curso natural de las cosas, right? Bueno, entonces ahora queda lo de siempre. Siempre será mi cálido atardecer de septiembre, mi domingo lluvioso por la mañana. Y por su puesto, le agradezco por todas las cosas bellas. No hay tantos motivos para odiarlo a él como los hay para molestarme conmigo. Pero esto va al cuaderno de memorándum (mem., no a las expectativas.)


Te quiero, darling, gracias por haber sido tan importante para mi.

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