Estoy mirando el reloj que marcó los segundos de tantas celebraciones que debieron ocurrir un día como hoy durante varios años, hace algún tiempo. Han pasado cuatro años desde que te fuiste y no te voy a mentir; yo si me he acostumbrado. No es que no te eche de menos a veces o que no me pase que espero que de pronto aparezcas a limpiar el piso con lustra muebles, es solo que ya sé que no estás. Me pasa seguido que miro la mesa, el sofá, el cuadro de la vaca y pienso en cuántos momentos tuyos pasaron junto a ellos, toda la vida que tuviste antes de que los encontraras, tantas alegrías, penas, celebraciones y duelos que los hicieron pasar inadvertidos en esa enorme casa de puro amor que él construyó para ti. No puedo evitar recordarte a ti cuando recuerdo la casa de mi infancia, que albergó tantos momentos hermosos que nunca podré olvidar... te veo arremangada entre las ollas, entre las lanas, las plantas; con tu delantal de cocina trajinando mil figuritas de cristal sobre la chimenea que nunca ví encendida, y que me sirvió tantas veces de escondite cuando tenía miedo. Te veo en la misma silla de siempre, quién sabe será la misma que usa tu hija en la mesa donde hoy ella se sirve el té al igual que tú, debajo de donde yo me sentaba a ver la tele en los mismos canales que te hicieron reír. No te recuerdo enferma. Siempre fuiste tan misteriosa para mi, nunca pude conocerte bien. Entiéndeme, era solo una niña y no estaba en mi ser tu amiga. Ahora me arrepiento tanto de no haberte entregado más, de no extrañárte más, de no conocerte más... Quiero que sepas que dondequiera que estés, sé que estás bien. Sé que estás con él y que a pesar de que nunca los he visto juntos sé que son felices. Espero algún día poder encontrarme contigo y hacer todo lo que nunca tuve ocurrencia de hacer cuando aún estabas aquí. Espero que me recuerdes y que me quieras. Yo te quiero mucho. Y te deseo un feliz cumpleaños, abu María.-
No comments:
Post a Comment