íbamos a ser famosos.

Me acuerdo que en el suelo había una botella de vino, de esas caras, estaba abierta y se notaba porque el corcho estaba suelto pero de todas formas estaba casi llena. yo estaba un poco nerviosa pero me hacía la lesa mientras él andaba por ahí revolviendo cajones y buscando algo que ya no me acuerdo pero no lo encontraba y mientras más buscaba me ponía más nerviosa porque cerraba los cajones y las puertas con más fuerza hasta que en un momento pegó un grito y un portazo y yo no sabía si alegrarme o salir corriendo pero llegó con una cajita en la mano y cuando la abrió dijo algo lindo, palabras superficiales porque ya no me acuerdo pero me acuerdo que habían hartos bombones ricos, chocolates de todos los colores y había como una fila entera de puros bombones de licor de menta y uuuy me puse super contenta y entonces fue a buscar las copas y nos sentamos en el suelo, escuchábamos explosions in the sky abrazados en el suelo, tomando vino en copa y comiendo chocolates fue tan bonito, y cuando ya nos quedamos dormidos desperté con medio bombón derretido en la mano y la copa que se había dado vuelta en la alfombra, yo pensé que se enojaría pero cuando nos dimos cuenta nos cagamos de la risa, y estábamos tirados en el suelo cagados de la risa con olor a vino y chocolate, y sonaba first breath after coma en la radio, yo pensaba en como le iba a contar esto a las otras personas pero después pensé que sería lindo guardar un par de secretos en la vida, porque no es fácil decir algunas cosas, y si no duelen, si no hacen daño que importa, además a quién le importaba en ese momento, quién quería saber que había pasado la tarde sentada con otro en la alfombra tomando vino de botella y comiendo chocolates de licor de menta, era mi secreto, éste iba a ser mi único secreto. Nos íbamos a hacer famosos, dormitando en la alfombra blanca, perdiéndonos entre la música y los sonidos tan delirantes como siempre, los ojos verdes y los labios rojos, grotesco, fantástico, excitante. Nos íbamos a hacer famosos, contando las estrellas que fluorescían en el techo, inventando nuestros propios idiomas, tomando vino en copa y comiendo chocolates derretidos. No nos importaba ni siquiera estar vivos.