Friday, December 3

Te quiero mucho, pero muérete

Aprendí a guardarme en el bosillo de la camisa las ganas de correr hasta tu casa para enrollarme a ti en el futón y dormir un ratito, hasta las ganas de hablarte a veces o la preocupación cuando se te ocurre desaparecer. Me acostumbré a dejar pasar las horas como si no existieran, a despertarme sola y no ilusionarme con llamadas de madrugada: esas cosas ya no van. Decidí cambiar por un "no, nada" todas las trizaduras del corazón y por un "bien, piola aquí" todas las respuestas que conllevaban llanto. Intento no volverme loca aquí, trato de mantenerme despierta con un par de tazas de café y algo que hacer, algo que leer, un lugar para visitar, amigos para conversar. Me hacen falta un par de tardes de esas de antaño, cuando estar tirada en el pasto con cualquier persona que en este momento dejó de importar me hacía feliz, mirar el cielo y las nubes y sentirme bien de nuevo, después bailar o vomitar o reír o morder a alguien pero ahora me alejé de todos porque me hacían daño y terminé matándome a mi misma y pensando que la solución a todo es ir a acurrucarme en un banquito y que un loco me haga cariño en el pelo y me mire con cara de mirar el vestido. Eeeh... si sé que no es la solución ah. Pero de todas formas, prefiero el banquito y el loco con cara de vestido antes que volver a llamar y ponerme a llorar porque siempre hay algo más importante (oye ¿te haz dado cuenta?) Siempre hay algo más importante, soy una de tantas entretenciones, la que escucha, la que entiende y hace cariño, ñé, en fin, la que está. Estoy tan chata de las mismas declaraciones, los te quiero no valen nada sin algo más de por medio. Parece que de verdad me rindo esta vez. Los límites excedidos corresponden a una versión acertada de la realidad y no han sido alterados por hormonas o sustancias ilícitas, así que... parece que that's it.

1 comment:

Javier said...

Brígido.
Tal vez debería hacer un copy paste de esto.

Un abrazo