Friday, April 22

la lluvia no lava la pena.



Resulta que no sirvo precisamente para esta situación con este ser humano. Resulta que hoy me puse a llorar porque de vez en cuando uno extraña ciertas cosas que no van a volver nunca y mientras lloraba como hueona (sí, cada uno se salva como puede) pensaba que nunca me había pasado tener miedo de llamar. Porque me pasa esto: echo de menos y tengo terror de llamar. Aunque me hayan dicho que no es mi culpa y que todo va a pasar, lloraba igual y con el mismo miedo. Resulta que hoy los corazones se hacen trizas y lo que le pude decir al Enrique (que a todo esto le decían Mckenzie, coincidencia de esas absurdísimas) se volvió una anécdota que casi me impulsa a escribir un libro, pero llorando y con miedo. Hoy hace frío, tengo los pies congelados y el mismo miedo de hace años, cuando caminaba con el paraguas blanco y la boca roja del auto azul me ofreció ayuda para cruzar. Irónico, me parece que era abril, y llovía también. Irónico lo que pasa hoy a nivel intercraneal. Y a pesar del frío y de las pantuflas de vaca que si se mojan se deshacen, tengo una enorme necesidad de salir a correr a la calle. Escaparme del viento, del extrañamiento y del terror.

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