Voy mascando de a poquito las esquinitas de la cordura mientras el vértice opuesto me mira con cara de espantapájaros. Estoy escribiendo con lápiz mina en papel mantequilla y se ve bonito, pero no hay contenido, soy un poco más vacía que tres palabras sin sentido. Ocho minutos en el cielo y trecientos días en la tierra, diez segundos para volar, seis noches en vela. Hoy se cumplen 498 años desde que nació Juana de Arco. Me revuelco en el insomnio y en los sueños sangrientos, en los celulares y en el dólar. Voy quebrando las razones y me siento en el suelo, me siento con los ojos bien abiertos y el pelo muy enredado, me siento con las piernas cruzadas y siento el corazón latiendo fuerte en el pecho. El viento se lleva mis pies y me quedo desnuda con los brazos abiertos tirada en el pasto, indefensa como siempre. El musgo empieza a crecer despacito primero sobre mis manos yhacia los codos, cuando llega a las axilas me desmayo de la risa y me quedo dormida en el suelo, la tierra me absorbe y ya desaparecí.
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