Anoche me sentí feliz de ser ayudante del Viejito y de pensar en la carita de felicidad de mi hermana chica cuando viera el árbolito misteriosamente lleno de regalos, igual como yo me quedaba con la boca abierta y el corazón me latía a mil por hora más que por los regalos por la adrenalina de pensar en un ser que me amaba tanto y que no conocía, una especie de admirador secreto a quien nadie ha visto pero que conocen todos. Y no sé, pienso alimentar la ilusión por tanto tiempo como sea posible, si de mi dependiera nunca permitiría que los ojitos dejaran de brillar bajo el arbolito.-
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