Monday, February 22

La gente juega a cerrar los ojos y a marearse, a comer estampillas pegadas en la lengua, a beber de la sangre y alimentarse de venganza. Y entonces se acostumbran a brillar, a emanar ese olor medio rancio, se funden entre ellos entregando saliva por las comisuras de la boca y espuma por la nariz. Cada vez que respiran se les pierde un tornillo. Ya no pueden con la locura, el delirio se los come, mascan los huesos y de vez en cuando disimulan mirandome de reojo, pero yo no los veo. Ya no veo nada. Los muertos me toman de las manos y bailan conmigo, se ríen, se ríen a carcajadas y lloramos abrazados, mientras a ellos se les despedaza el cráneo de a poco y las nauseas me hacen vomitarles en la boca. Crepitan las tumbas y me pierdo dando vueltas alrededor de tu cuello, tu no eres un gato pero yo juego a ser bufanda. Y los pañuelos que tenían ese olor. Escupía por los ojos, no te preocupes, yo solo estaba escupiendo por los ojos hacia el dolor.

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