Sunday, February 22

So let start over.-

Hoy leí el testimonio de los sobrevivientes y los familiares de las víctimas de un accidente que hubo en enero del 2007 en Peñalolén. Un avioneta que realizaba un vuelo de instrucción con seis futuros pilotos profecionales cayó sobre una multicancha de la localidad en la cual se desarrollaba una clase de aeróbica para mujeres adultas. Muerieron 13 personas, y la mayoría de las sobrevivientes tienen gran porcentaje del cuerpo quemado además de secuelas psicológicas. Pero lo que más llamó mi atención no fue la historia de la señora que se le murió la hermana y perdió la pierna, ni la que tiene que usar un traje de látex bajo la ropa para que sus injertos se adhieran bien, ni la señora de 72 años que había dejado de ir y por casualidad se reintegró ese día y murió; sino una mujer, que sin ninguna secuela física lo que más se lamenta es no haber ayudado. En su testimonio decía que después de la explosión se levantó caminando y se alejó del lugar. Perdió a su mejor amiga. Decía que durante toda su vida creyó tener el control sobre todo, su vida perfectamente planificada. Que en este momento se da cuenta que podría haber ayudado a las personas que a su alrededor se quemaban. Pero no, sólo salió de ahí, absolutamente ilesa. Son las cosas que uno no entiende.-



Me pregunto como alguien puede vivir con ese peso encima.

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