Friday, September 18

18 de agosto, 2009

Me miraste, acariciaste mi pelo y yo lloraba.
-¿Me amas?- dije al fin.
-No sé... yo... no... no creo- fuiste tan poco convincente, inseguro.
Tragué aire, apreté los ojos y detuve las lágrimas. Me levanté furiosa y apreté mi mejilla húmeda contra el cristal frío de la ventana empañada. El dolor era más que lágrimas, y por eso no podía llorar.
-Andate, no te necesito más- murmuré.
Miraste el suelo y sé que tenías lágrimas en los ojos. Abriste la boca para decir algo, pero luego la cerraste lanzando un suspiro. Quería que lo retiraras, quería que lo desmintieras y corrieras a abrazarme al otro lado de la habitación, que me susurraras cosas lindas al oído como cuando dijiste que estabas enamorado de mi. Pero no hiciste nada. Te quedaste sentado en el borde de la cama con la vista fija en tus zapatos, las manos sobre mi almohada y cada respiro más corto que el anterior. Quería deslizarme a tu lado y llenarte la cara de besos. Decirte que sin importar lo que pase nunca dejaré de quererte y que te vallas tranquilo porque yo no pienso olvidarte jamás. Pero me quedé ahí, viendo la lluvia por la ventana, reteniendo las lágrimas en los ojos, tratando de no hacer ruido, con la respiración agitada y el corazón roto. Y así me quedé durante horas, o al menos eso creo. Cuando por fin salí de entremedio de las cortinas ya no estabas ahí. Lo supe antes de voltear y por eso lo hice, ya no quería verte. El lugar donde estabas sentado estaba frío, lo noté en un impulso por saber hace cuánto tiempo te habías ido. Y me dí cuenta que en realidad nunca estuviste aquí.-


Fue tan fácil dejarte ir, tan fácil que cuando leo esto no puedo creer que me doliera tanto.

No comments: