Tuesday, November 16

Cada día sabemos más pero entendemos menos.

Hay que distinguir la diferencia entre querer y amar.
El concepto querer lleva implícita la idea de posesión. Te quiero para algo, para que estés conmigo, para que me acompañes, para que compartas alguna actividad, etc.
A fin de cuentas, los seres queridos son seres de los que se espera algunos comportamientos que nos causen satisfacción.
Querer es, generalmente, causa de sufrimiento. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes entre sí.
Cada ser humano es un universo.
Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando éste tenga otras motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento altruista y desinteresado. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, se da por el simple y puro placer de dar.
Amar produce un gozo profundo. Es la alegría de dar. La única manera de darse cuenta de esto es empezar a aprender a amar. Se puede comenzar por actos pequeños, con las personas a quienes más queremos. Luego, debe extenderse a todas las personas, en todo momento.
“Es difícil encontrar que alguien me ame. Es más fácil encontrar que alguien me quiera para algo, mientras sea necesario y útil para alguien. Pero son pocas las personas que dan amor altruista y desinteresado.”
Pero si bien es difícil encontrar a alguien que me ame, tenemos más de seis mil millones de personas, en todo el mundo, que necesitan amor. Y la mayor felicidad no está en ser amado, sino en la acción de amar al otro.
De modo que nuestra felicidad y gozo está asegurado si dejamos nuestro egoísmo. Seguro que a nuestro alrededor hay cientos de personas que serán felices cuando compartamos con ella nuestro amor. Y no hay problema al darlo: dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta.




Lo entendí así. Por eso ahora me voy y me desprendo. Además, por ahora, estaré un buen rato en este mismo lugar.
Quizá en algún momento comprenda los motivos que me han traído hasta acá, el por qué quise y amé tanto y por qué ahora solo quiero alejarme un rato. Quizá llegue el día en que llegue a amar tanto como para mantenerme alerta, pero hoy se me han acabado todas las fuerzas. Ahora lo que me queda de amor lo voy a concentrar en mi, en mantener el celular apagado y el carelibro cerrado, porque esas cosas ya no sirven más. Quienes quieran estar, siempre me van a encontrar.

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