Wednesday, October 6

No se sabe ser fuerte hasta que ser fuerte es tu única opción.

Dando vueltas;

en tu cuarto sin sentido, en tus brazos, en mi cama, entre los árboles, en la ventana, a través del tiempo, por los recuerdos, en los labios, tu en mis pensamientos, el viento en la tierra, las fotos, el perro que persigue su cola, la decisión que no me atrevo a tomar, el beso que me da miedo pedir, la despedida que jamás aceptaré, aquella loca en el piso, la botella en el centro, la cabeza en el alcohol, el café en mi estómago, los cigarrillos que fumaste, el abrazo al final, las palabras, las pabralas, las labrapas, las las brapalas, las palabras. Yo misma doy vueltas y el teléfono da vueltas, los números dan vueltas, los sonidos dan vueltas.
Me retuerzo en el piso, sabes que estoy esperando. Y sé perfectamente que nada va a pasar, que esta vez las cosas si cambiaron y que con el llanto de siempre no me vas a volver a querer, no me vas a volver a abrazar con las mismas ganas ni me vas a llamar para decirme las buenas noches. Y sigo dando vueltas en mi cama, como esperando encontrarte (me descubriste una vez) pero no apareces, no vas a aparecer tampoco, todo se termina, pero nada también se termina? Curiosamente me hice la idea de que todo terminaba y que los nada no pueden terminar, y si terminan eran algo, oh Dios mio, que confusión me has causado. Lo siento por todo, por los escándalos, por las llamadas fuera de mi misma, por los malos ratos, los llantos, los insultos. Sabes que lo siento de verdad.
Aunque quisiera respirar a tu lado esta vez y que mis lágrimas mojen tus hombros y no mi almohada, aunque quisiera no haber caído otra vez en lo único que me ayuda a olvidar, aunque quisiera dejar de escapar.


26 de Septiembre. ¿Antes o después de todo? Todo... ¿es esa la palabra que ahora reemplazará las explicaciones? No recuerdo haber caído desde tan alto, nunca, nunca en mi vida caí desde tan alto como ese día que lanzaste mi confianza escaleras abajo y ahora estoy yo toda abollada, adolorida pero intento ser fuerte y volver tranquila, conservar mis neuronas vivas, y aquí estoy, releyendo como me matabas todos los días, a cada rato, leyendo como yo hacía de eso homicidio algo sangriento en vez de dejarlo así, tranquilo, calmo. Salgo de todos lados y casi me siento desfallecer en el suelo, pero no; mírame, estoy aquí, y otra vez estoy escupiendo desde los ojos al dolor.

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